A veces pienso que mis últimos dolores de cabeza son debidos a que algo quiere salir de mi mente. Un pensamiento que empuja mi imaginación, estrujando el cerebro contra el cráneo, con la intención de quebrarlo y rasgar la piel que a éste rodea, vislumbrando así la luz de la realidad, abandonando el mundo de lo inteligible y abordando el sensible. Y, mientras, yo me revuelco en el dolor, notando esas pequeñas pulsaciones, esos empujoncitos en busca de libertad. Mi estúpida mente prefiere hacerme sufrir a revelarme qué es lo que quiere que surja de ella. No ha entendido cuál es el método fácil y correcto.
Porque, sinceramente, prefiero imaginar que este dolor se debe a que algo bueno quiere surgir de su interior, a, simplemente, que sea un mal día.
Y al resto del mundo, ¿por qué le dolerá la cabeza?
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