Mi madre siempre dice que, por desgracia para nosotros, el dinero siempre llama al dinero. El hecho de que las arcas familiares siempre estén vacías hace que los cuartos nos duren un suspiro, según esa regla sacada del postureo popular.


Y es que te observen, que te hablen, que te toquen mientras estás haciendo algo que merece tu plena atención es la cosa más jodemomentos que puede haber en el mundo. Ya tiene que ser plena mi confianza para dejar a alguien estar junto a mí cuando estoy haciendo esto.
Podéis llamarme rara en ese aspecto, pero no podéis quitarme la razón en que, para que algo salga bien, debe estar uno cómodo y, si encima es algo que gusta, se debe de estar el doble de cómodo.
Tras esto, os dejo que me expongáis vuestras propias conclusiones acerca de la creatividad, cómo la lleváis cada uno (que luego me encuentro el tablón de los comentarios más vacío que la una, pero vamos, que por lanzar el anzuelo que no quede), y mientras voy a hacer caso a mi madre y a dejar unos centimillos en la hucha, que no viene mal que en estos tiempos tan poco laboriosos, el dinero llame al dinero.
Besines bloggeriles! ;)
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